Muchos son los que habrán oído hablar del famoso monstruo del Lago Ness, pero muy pocos los que conocen la historia y belleza que rodea a esta zona de Escocia.
Nuestro viaje comienza en sentido opuesto al cauce del río, en la capital de las Highlands (tierras altas) escocesas, Inverness. Bañada por el mar del norte y situada en el extremo del Fiordo de Moray, Inverness es la ciudad con la temperatura más extrema de todo Reino Unido durante el invierno, disfrutando, a cambio, de los días más largos de verano.
Coronada por su castillo y construida en torno al río, se respira historia y amabilidad al pasear por sus calles. Se trata de una ciudad compacta, lo que hace que sea fácil descubrirla a pie.
Por el día podemos dar un paseo por el casco antiguo para admirar su mercado victoriano, conocer la St Andrews Cathedral o la Old High St Stephen´s, la iglesia más antigua y con más historia de la ciudad.
Un alto en el camino en cualquiera de los restaurantes con vistas al río, nos hará disfrutar de una sorprendente calidad/precio, siendo sus especialidades el salmón, la carne de caza y los mariscos. Tras la comida podemos aprovechar para comprar productos típicos en cualquiera de las tiendas situadas en la rivera o descubrir un poco de su historia en el Inverness Museum & Art Gallery.
Llegada la noche, es cita indispensable visitar uno de sus pubs con música tradicional en vivo, acompañando con una cerveza o whisky de sus destilerías locales. Será aquí donde nos contraste la tranquilidad y silencio de la calle, con el bullicio y la alegría del interior.
Lago Ness y Castillo de Urquhart
Comenzamos el día con un buen desayuno a base de porridge escocés (avena, leche, canela y miel), y saliendo de Inverness tomamos una embarcación para remontar el río, disfrutando de las vistas que nos van adentrando en esa Escocia que todos imaginamos. Tras aproximadamente 10 minutos de viaje las orillas se separan y el Lago Ness se abre ante nosotros; todos los turistas se amontonan en la cubierta con prismáticos, tratando de vislumbrar a Ness.
Justo a la mitad del lago nos encontramos con la figura de lo que antaño fuera un tremendo fuerte, el Castillo de Urquhart.
Con una historia que se remonta hasta el siglo VI, fue a finales del siglo XVII, tras un desgraciado pasado, cuando los ingleses deciden quemar el castillo ante el avance de los jacobitas. Paseando por esas ruinas podemos hacernos una idea del espacio que ocupaba y de cual debía de ser su tamaño. Dispone de una cafetería con vistas al lago y de un centro de visitantes donde se proyecta una breve presentación multimedia sobre el Castillo.
Es posible contratar viajes de ida y vuelta desde Inverness.
Fort Williams
Siguiendo el Lago Ness y continuando por el Caledonian Canal en dirección suroeste hasta su desembocadura, llegamos a Fort Williams, segunda ciudad de las Highlands en número de habitantes después de Inverness.
Ante nosotros se levanta la mayor montaña de la isla a un lado, y las hébridas interiores al otro. No sin falta de razón, Fort Williams se auto denomina como capital del outdoor del Reino Unido. Ofrece una tremenda cantidad de actividades, donde la que más resalta es la de avistamiento de ballenas. Por un precio no demasiado elevado, podemos disfrutar de un viaje en lancha rápida de unas tres horas (o más) donde se nos garantiza presencia de focas, delfines, ballenas y, según la época del año, frailecillos. La mayoría de los proveedores nos facilitarán todo el equipamiento necesario: traje de supervivencia (un mono de neopreno de pies a cabeza que protege del frío y del agua), chaleco salvavidas y prismáticos. El frío es considerable, pero ver la cola de una ballena salir del agua a varios metros de ti, puede ser algo único.
Para los que prefieran actividades más tranquilas siempre pueden optar por un día de pesca o una ruta guiada a pie o en quad por las montañas de los alrededores.
Si bien esta actividad puede realizarse manteniendo como base Inverness, es posible que ningún proveedor acceda a organizarlo. El viaje en coche sería de unas 3 horas ida y vuelta; teniendo también la posibilidad de coger la línea de autobús que une ambas ciudades varias veces al día.
Isla de Skye
Echamos ahora la vista al norte, hacia la más lejana de las hébridas interiores. A dos horas y media de carretera tanto de Fort Williams como de Inverness se encuentra la Isla de Skye. Con sus costas rodeadas de una niebla eterna, bien podría ser la inspiración de la leyenda de Avalon.
Tras cruzar el único puente que une a la isla con el resto de Escocia, la niebla se va perdiendo y se van mostrando bellas llanuras verdes salpicadas de ovejas y vacas Highlands, la raza típica de toda la zona. Ponemos rumbo hacia Portree, su capital, de apenas 2500 habitantes. Ya nada más llegar notamos el contraste de colorido al que estamos acostumbrados; a diferencia de Inverness o Fort Williams, donde las casas eran de color gris piedra, en Portree están pintadas de distintos colores chillones que alegran la vista.
En esta isla se encuentra el Castillo de Dunvegan, el más antiguo aún habitado de Europa. Otro lugar a destacar es el Faro de Neist Point, el punto más occidental de toda Escocia. Un tanto difícil de encontrar, lo mejor para llegar serán siempre las indicaciones de los lugareños. Está lo bastante lejos para tener que tomar el coche.