Sepultado por una montaña de tierra desde hace siglos y afortunadamente recuperado a comienzos del XX, visitar en pleno siglo XXI el teatro romano de Mérida supone un viaje en el tiempo a una época en la que los grandes clásicos griegos y romanos eran representados en este icónico monumento emeritense.
En una ciudad salpicada por numerosos vestigios romanos, el Teatro romano de Mérida se alza como el mayor exponente de la arquitectura de aquella época en la ciudad.
Seguimos acercándonos a conocer los monumentos más importantes de España. Tras la Alhambra de Granada, el Acueducto romano de Segovia y la Sagrada Familia de Barcelona, llega el turno de otra obra arquitectónica clave en la historia de España.
Teatro romano de Mérida
La huella que dejaron los romanos en la península en forma de diferentes construcciones fue inmensa. Visitar el Teatro romano de Mérida supone una de las más emocionantes experiencias que pueden disfrutar en España los amantes del teatro, la poesía y la literatura clásica en general. Su majestuosidad y su buen estado de conservación lo convierten en el auténtico símbolo de la región extremeña.
Breve historia del Teatro romano de Mérida
Antes de hablar del Teatro Romano de Mérida, tenemos que mencionar la fundación de la Colonia Augusta Emerita (nombre que se le dio a Mérida en tiempo de los romanos) en el año 25 a.C. En sus comienzos, la ciudad acogió a soldados que habían participado en las campañas romanas, construyéndose de este modo distintos lugares para su esparcimiento, entre ellos un teatro romano.
En el año 15 a.C., pasa a ser Mérida capital de la provincia de Lusitania y es entonces cuando Marco Vipsanio Agripa promueve la construcción de un teatro en la ciudad. El Teatro romano de Mérida se convierte en el epicentro de la cultura de Augusta Emerita y en su escenario se representan a los grandes clásicos de la literatura griega y romana. En el siglo IV, con la caída del imperio romano de occidente y con la llegada del cristianismo, el teatro se abandona y lentamente empieza a caer en el olvido. Tanto es así que durante muchos siglos permaneció enterrado bajo una inmensa montaña de tierra. Una curiosidad del monumento emeritense es que durante largo tiempo sólo se veía por encima de la masa de tierra una pequeña estructura que se asemejaban a unas sillas, nombre que se le dio a tan curiosa construcción (sin saber que lo que se estaba viendo era la punta del iceberg del majestuoso teatro romano).
Habría que esperar a comienzos al año 1910 para que empezaran las labores para recuperar la construcción romana, unos trabajos que se alargarían durante la primera mitad del siglo XX y llegarían hasta la década de los 60.
Partes en las que se divide el Teatro romano de Mérida
Sinceramente, lo que sorprende del Teatro Romano emeritense es todo el conjunto, sin embargo, podemos dividir su estructura en cuatro partes claramente diferenciadas: Cávea (nombre con el que se conoce a las gradas en los teatros y anfiteatros romanos), Orchestra, Frons sceanae (frente escénico) y Peristilo (jardín porticado).
Graderío o Cávea: asentada en la pendiente de un cerro, se trata de una estructura semicircular de unos 95 metros de diámetro y tres alturas con capacidad para cerca de 6000 personas. En ella podemos apreciar tres sectores que servían para marcar las diferencias sociales entre la población: summa cávea, donde se sentaban los esclavos y las clases sociales más bajas y que es la zona del graderío más deteriorada; cávea media, donde estaba la clase media; ima cávea, 23 filas que se pueden apreciar y diferenciar perfectamente cuando se visita el teatro y que eran reservadas a las personas más importantes.
Orchestra: Justo delante de los asientos destinados a las personas más prestigiosas estaba la parte conocida como la Orchestra. Se trata de un espacio con forma semicircular con suelo de mármol donde se instalaba el coro.
Frente escénico: Sin duda, el “frons scaenae” o frente escénico es el elemento que se lleva el mayor número de miradas y de comentarios de todos los que componen el teatro. El frente escénico se encuentra delante de la Orchestra, por encima de ésta, y era donde se representaban las obras teatrales. Llaman la atención de forma poderosa los dos esqueletos de columnas, superpuesto uno sobre el otro, que llegan a los 30 metros. Entre las columnas asoman estatuas de la época romana, destacando la de la diosa Ceres. También se pueden apreciar las puertas que daban acceso a los actores al escenario.
Jardín Porticado: Tras maravillarnos con semejante obra de arte, sólo nos queda pasear por la agradable zona que se encuentra tras el escenario, el Peristilo, un jardín porticado adornado con bases de columnas romanas y donde encontramos una pequeña casa decorada con un mosaico.
El Anfiteatro de Mérida
Brevemente queremos hablar del Anfiteatro romano de Mérida, pues es la otra gran construcción que se levanta en el mismo complejo donde está el teatro romano. Construido en el siglo I, tenía capacidad para unos 15000 espectadores. Hoy en día sólo queda la primera grada. Es posible pasear por ella, así como por las distintas estancias donde esperaban los gladiadores su salida a la arena para el combate. Tanto el anfiteatro como el Teatro romano de Mérida han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Los horarios para ambos monumentos son: del 1 de octubre al 31 marzo, de 9:00h a 18:30h y del 1 de abril al 30 septiembre, de 9:00h a 21:00. Permanece cerrado los días 24, 25, 31 de diciembre y el 1 de enero.
El Festival de Teatro Clásico de Mérida
Visitar el Teatro romano de Mérida puede ser una experiencia única. Ver en él una obra de teatro clásico puede ser una experiencia mágica.
Cada verano se celebra en el teatro romano emeritense en los meses de julio y agosto uno de los festivales de teatro más importantes de España y una de las citas culturales ineludibles del país.
Queda ya muy lejos el año 1933, cuando bajo los focos de tan majestuoso escenario se llevó a cabo la primera representación del festival, la obra de Séneca “Medea”, interpretada por una de las grandes actrices teatrales españolas, Margarita Xirgu. Tras un parón de 19 años, en 1954 el teatro vuelve a acoger representaciones. Desde entonces, cada año, miles de espectadores han podido disfrutar de los grandes clásicos literarios de Grecia y Roma de la mano de los mejores actores y actrices del país.