La ciudad de Ávila cuenta con numerosos lugares que merecen la pena ser visitados; también la provincia cuenta con muchos pueblos que hacen que merezca la pena realizar una escapada a estas tierras.

Vamos a comenzar nuestro magnífico recorrido por tierras Abulenses en su capital y por supuesto tenemos la obligación de comenzar la ruta en la capital hablando de sus famosas murallas; una de las murallas mejor conservadas del mundo.

Las murallas de Ávila se construyeron en el siglo XII; se trata de una muralla defensiva de estilo románico que rodea todo el casco antiguo de la ciudad.

Las dimensiones de la muralla dan una idea de su monumentalidad: 12 metros de altura y con una longitud de más de 2500 metros. Además las murallas cuentan con un total de 88 torreones y de 9 puertas. En los siglos XV y XVI se adosaron a la muralla casas y palacios habitadas por gente de la nobleza.

Otro de los monumentos más importantes y más visitados de Ávila es su Catedral; esta Catedral está considerada como la primera catedral de estilo gótico de España. Los comienzos de su construcción datan de 1172 siendo el arquitecto francés Fruchel quien comienza con las obras de la Catedral.

El conjunto arquitectónico es muy interesante, pero también lo es los tesoros que contienen su interior. Destacamos el Retablo del Altar Mayor obra de Pedro Berruguete, los altares de San Segundo y Santa Catalina, la Girola y el Trascoro.

Seguimos nuestro recorrido visitando la Basílica de San Vicente; obra cumbre del románico abulense. Los comienzos de la obra datan del año 1120 realizándose distintas ampliaciones a lo largo de los siglos posteriores. La Basílica contiene una cripta con la imagen de la Vírgen de la Soterraña.

Otro de los monumentos interesantes de la ciudad es el Real Monasterio de Santo Tomás. Las obras del edificio van de 1482 a 1493, aunque posteriormente los Reyes Católicos dieron orden de realizar la construcción de un palacio anexo. Cuenta el monumento con tres claustros conocidos con los nombres de “Del Noviciado”, “Del silencio o de los difuntos” y “De los reyes”. Es de admirar su nave principal. Por último comentar que el edificio alberga los muesos de Arte oriental y de Ciencias Naturales.

Por último, y tratándose de Ávila, no podemos olvidarnos de Santa Teresa de Jesús y hablar del Convento y museo de Santa Teresa. El museo consta de 10 salas donde podemos conocer mejor la vida y milagros de la Santa a través de libros, pinturas y objetos que pertenecieron a Santa Teresa.

Pero si la ciudad de Ávila merece una visita, también merece la pena acercarnos a algunos de los pueblos de la provincia. Por destacar algunos hablaremos de Madrigal de las Altas Torres por su historia ya que en este pueblo nació Isabel la Católica, murió Fray Luis de León y se produjo el casamiento de Juan II de Castilla y de Isabel de Portugal. Entre sus monumentos destacan los de La iglesia de San Nicolás, La iglesia de Santa María del Castillo y las murallas.

En Piedrahíta merece la pena la visita de la iglesia de Santa María la Mayor, el Convento de las Carmelitas, el palacio de Los duques de Alba y su preciosa Plaza de España.
En el sur de la provincia tenemos Arenas de San Pedro; este pueblo cuenta con muchos monumentos de interés; entre ellos destacamos el Castillo de la Triste Condesa, el monasterio de San Pedro de Álcántara, el Palacio real Don Luis de Borbón y Farnesio y la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción. No muy lejos de allí tenemos las cuevas del Águila; unas cuevas estupendamente conservadas donde podemos admirar las figuras que las estalactitas y estalagmitas han formado a lo largo de los siglos.

Otros pueblos de la provincia que recomendamos visitar son El Barco de Ávila, Las Navas del Marqués y Bonilla de la Sierra.

Y para terminar la ruta por Ávila y sus pueblos que mejor manera que hacerlo degustando algunos de sus manjares más famosos; de primero tomaremos unas exquisitas sopas de ajo castellanas, unas judías del Barco o unas deliciosas patatas revolconas. De segundo, y estando en tierras castellanas, no podemos resistirnos a sus magníficas carnes como la ternera, el cordero lechal o el cochinillo asado. De postre no podían faltar las yemas de santa Teresa, los Huesos de Santo o en Semana Santa las torrijas.